55 años de la primera copa

En 1968, Estudiantes de La Plata bajo la dirección del maestro Osvaldo se dispusieron a formar un equipo valiente y sacrificado, que también destacaba por su talento y habilidad para manejar los partidos. De esta manera, lograron conquistar América y se convirtieron en una leyenda.

El Estudiantes de Osvaldo Zubeldía en la Copa Libertadores de 1968 se destacó por su estilo único. No imitaron a nadie, no se parecían a ningún otro equipo. Como ocurre con los grandes campeones, tenían carácter, disciplina, coraje, sacrificio y entrega total. Estas fueron algunas de las características sobresalientes de ese histórico equipo del Pincha, que también contaba con jugadores talentosos y un juego de alta calidad, especialmente liderado por Juan Ramón Verón.

Comenzaron su participación en la Copa con una victoria por 4-2 sobre el Rey de Copas, lo cual fue un gran augurio de lo que vendría. A partir de ese momento, el equipo de Osvaldo fue forjando su identidad y haciéndose conocido en todo el continente. Uno tras otro, fueron superando partidos y rivales, y el Pincha se fue fortaleciendo cada vez más.

Independiente, Deportivo Cali, Millonarios, Universitario, Racing (campeón del mundo en ese momento) y Palmeiras fueron sus víctimas en el camino hacia la final.

La ciudad de La Plata se llenó de júbilo en una celebración pintada de blanco y rojo. La fiesta en las calles duró casi un día sin parar. El equipo considerado pequeño y desconocido para muchos logró conquistar América. Sin embargo, esto era solo el comienzo de una historia que se haría aún más grande en el futuro.

La final del torneo tuvo que decidirse en un tercer partido, después de que Estudiantes de La Plata le ganara al Palmeiras. El encuentro se llevó a cabo en el Estadio Centenario de Montevideo. Allí, el Pincha jugó un partido excepcional, no dando oportunidad a los brasileños, y se impuso por 2-0 gracias a dos jugadas espectaculares.

En la primera jugada, Pachamé tomó la pelota en su propia área y realizó una maniobra destacable para habilitar a Ribaudo, quien anotó el primer gol. El segundo tanto fue una obra maestra creada por la brillantez de la Bruja Verón, quien lo hizo todo y selló el partido y la conquista de la Copa.

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