-Con la consabida satisfacción de los tres garbanzos en los bolsillos, y con el debido respeto, esta reflexión va dirigida de un modo especial a esos entrañables hinchas de Estudiantes que se la pasan batiendo el parche del “trabajo, trabajo, trabajo”, “triple turno” y proclamas semejantes.
-Con trabajo, trabajo, trabajo, triple turno y demás, honrás el laburo por el que te garpan, sacás más jugo a tu materia prima, dotás de un funcionamiento aceitado al equipo, te ganarás el respeto de tus dirigidos y en el mejor de los casos harás campañas aceptables o buenas.
-Pero solo con trabajo, trabajo, trabajo es difícil consumar campañas excepcionales y ni qué decir dar vueltas olímpicas.
-Para eso, además de trabajo, necesitás variantes, un apreciable volumen de buenas decisiones de cara al arco rival, atrevimiento y chispa. En una palabra: talento.
-El fútbol es una maravillosa argamasa de transpiración e inspiración.
-No conozco técnico más laburador que Pep Guardiola. Un loco de pasarse horas viendo videos, ensayando en el campo, discutiendo informes con su cuerpo técnico, etcétera.
-¿Pep ha ganado 32 títulos solo porque labura? No. Siempre ha tenido jugadores de extraordinaria calidad.
-Como los tuvo Zubeldía.
-Como los tuvo Bilardo.
-Como los tuvo Russo en el título de la B Nacional.
-Como los tuvo Sabella.
-Más allá de los flojos partidos con Gimnasia y Atlético Tucumán, se nota a la legua que Eduardo Domínguez ve mucho, aplica mucho y convence mucho.
-Estudiantes es un equipo bien parado y bien movido. Ordenado, confiable del medio hacia atrás, fluido, que hace espléndidamente algo complejo, como la recuperación de la pelota tras una pérdida y que maneja la pelota con prolijidad de área a área. (Excelente la prédica del DT en la alternativa de ganar terreno con pases largos. Ojo: digo pases largos. No digo pelotazos).
-¿De qué carece Estudiantes? De talento.
-De ese toque de virtuosismo que necesitás hasta para ganar un partido de truco. Salvo Muñoz -que vive lesionado, el muchacho- y Mauro -un canto a la sutileza que va rumbo a los 38 almanaques- después es todo terrenal. Muy terrenal. Para bien o para mal.
-La “magia” debería aportarla Rollheiser. Pero Rollheiser, no me cansaré decirlo, es una mezcla de jugador de vereda con enemigo de la jugada: cuando tiene que pasarla, gambetea; cuando tiene que gambetear, patea: y cuando tiene que patear, la pasa.
-En fin. Celebremos lo que hay para celebrar. Que no es poco. El Pincha es un grande, pero no un Bayern Münich ni un Real Madrid. Somos lo que somos, y a mucha honra, carajo.
-Abrazo de gol de Eros Mancuso.
Que descansen.
Walter Vargas